miércoles, 19 de diciembre de 2012

Mirarla es como despertar...

Entonces, Eric me mira un segundo. Es como si supiera perfectamente que siento algo por ella, de modo que me obliga a lanzarle cuchillos. Durante un instante..., no, durante algo más de un instante, medito la posibilidad de lanzarle el cuchillo a él.
Le podría dar en el brazo o en la pierna, no pasaría nada...
—Despídete de tu cara bonita —dice Peter desde el otro lado de la habitación—. Ah, no, que no la tienes.
Apenas soy consciente del comentario, estoy demasiado ocupado observándola.
Está de pie, de espaldas a la diana; la parte superior de su cabeza roza la parte inferior del centro del blanco. Levanta la barbilla y me mira con esa tozudez abnegada que conozco tan bien. Puede que los haya abandonado, pero son ellos los que le dan esa fuerza.

No puedo decirle que no pasará nada, no con Eric delante, aunque sí puedo intentar darle fuerzas yo también.
—Si te echas atrás, Al ocupa tu sitio, ¿entendido? —la aviso.
Eric está demasiado cerca, dando golpecitos con el pie en el suelo. Tengo que hacerlo bien, no es buena idea lanzar el cuchillo al borde de la diana, porque él sabe que soy capaz de acertar en el centro. Sin embargo, si me sale un lanzamiento torpe, si fallo un par de centímetros en cualquier dirección, le podría hacer daño. «Despídete de tu cara bonita».
Peter tiene razón, no es bonita, esa palabra se le queda pequeña. No es como las chicas que solían llamarme la atención, curvilíneas y suaves. Ella es pequeña, pero fuerte, y sus relucientes ojos reclaman atención. Mirarla es como despertar.


Cuatro & Tris
Cuatro cuenta su historia (capítulo inédito) - Veronica Roth

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