Suma de letras || Marzo 2021
528 páginas || Papel y ebook
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Nueva York, 2011. Una chica de quince años aparece crucificada en un suburbio a las afueras. Miren Triggs, periodista de investigación del Manhattan Press, recibe de manera inesperada un extraño sobre. En su interior, la polaroid de otra adolescente amordazada y maniatada, con una sola anotación: «GINA PEBBLES, 2002».
Miren Triggs y Jim Schmoer, su antiguo profesor de periodismo, seguirán la pista de la chica de la imagen mientras investigan la crucifixión de Nueva York. Así se adentrarán en una institución religiosa en la que todo son secretos y en un enigma único lleno de suspense en el que deberán descifrar tres preguntas de respuesta imposible: ¿qué le sucedió a Gina?, ¿quién envía la polaroid? y, la más importante; ¿están conectadas ambas historias?
Tras vender más de 2.500.000 de ejemplares de sus anteriores novelas, Javier Castillo coloca sobre la mesa las piezas de un thriller inquietante e introduce al lector en un juego peligroso en el que se apuesta lo más preciado; una novela que juega con los dados de la fe y del engaño, del amor y el dolor, con extraños rituales y un oscuro secreto que, de descubrirse, puede cambiarlo todo.
'El juego del alma' comienza exactamente después de lo sucedido en 'La chica de nieve', cuando Miren Triggs recibe ese sobre con la imagen de una chica amordazada que parece ser Gina Pebbles, desaparecida en 2002. Sin saber quién se lo ha dejado y por qué, en el sobre hay escrita una frase: ¿Quieres jugar? Miren recuerda a Gina, en su día cubrió su desaparición e incluso participó en las batidas de búsqueda, sin ningún resultado. Cuando poco después apareció la mochila de la chica, todo se olvidó. Hasta ese momento, 9 años después. Pero, al mismo tiempo que ella recibe esa fotografía, el cuerpo de otra chica de la misma edad que Gina cuando desapareció, Allison Hernández, aparece crucificado. Las dos estudiaban en la misma zona, y Miren no tarda en pensar que puede haber una conexión, así que comienza a investigar. Aunque no lo hará sola, su antiguo profesor, Jim Schmoer tiene motivos para participar también en la investigación, y juntos harán todo lo posible por descubrir qué ocurrió con Gina, quién ha asesinado a Allison, y si ambas historias están conectadas de alguna manera.
Los golpes solo duelen menos si estás acostumbrado a ellos. Se hace callo sobre la cicatriz. Se sufre menos con la piel dura.
En esta ocasión, ya conocemos a Miren, sabemos cómo es y cómo actúa, igual que conocemos su pasado y por qué a veces es tan solitaria, retraída, incluso miedosa, huyendo de lo que siente y de los que quieren acercarse a ella, como es el caso de Jim. Sabemos qué le pasó, sentimos la misma rabia que siente ella a veces, y entendemos que quiera hacer justicia con aquellas causas que le recuerdan a su tormento, o con el suyo propio. Podemos estar de acuerdo o no con lo que hace para superar el pasado, ya nos pasó en 'La chica de nieve' y nos vuelve a pasar en este, pero yo la entiendo, y no soy capaz de saber qué haría en su lugar. Y si a sus propios temores le añadimos la desaparición de una adolescente y la muerte de otra, podemos comprender que sea capaz de todo por resolver el misterio, aunque sea poniendo su vida en peligro y queramos gritarle que no lo haga, que no es necesario que actúe sola, que se deje ayudar. Pero supongo que, en ese caso, no sería la Miren que todos conocemos. Así que, en este punto, debo decir que me ha encantado la parte de Jim y que tengamos también su perspectiva y su propia investigación. Es un gran personaje, igual que lo es Ben Miller, el policía de la unidad de desaparecidos que ya conocemos también.
El mismo puzle para distintas personas tiene el mismo final, pero la pieza que hace que todo cobre sentido nunca es la misma para cada uno de los que tratan de resolverlo.
Es un libro que no solo trata de la desaparición de Gina o la muerte de Allison, también nos habla del peligro de la religión llevada al extremo. De cómo el miedo que se infunde a través de la misma puede trastornar la mente de los más creyentes, y de los jóvenes que, aun sin pedirlo, se ven arrastrados a las creencias de los adultos. Obviamente, no se puede decir que todos los centros religiosos sean peligrosos o que ocurra lo que sucede en este libro, estamos hablando de ficción, pero que seguramente suceda en más de uno, no tengo ninguna duda, las cosas como son. Y no es algo que piense porque no soy creyente, a mí manera sí lo soy, lo hago porque los extremos nunca son buenos, en ningún ámbito ni sentido, y en este libro ha tocado la religión como podría haber salido con cualquier otro tema.
La confianza en que no habrá sucedido ninguna desgracia es un arma de doble filo. Todo el sufrimiento previo que se ahorran sin preocuparse durante la búsqueda golpea con más fuerza, alimentado por la sorpresa. Es entonces cuando resulta difícil salir del agujero en el que entran. La culpa invade el dolor, los recuerdos y la esperanza. Una búsqueda activa es distinta: durante todo el viaje acompaña la esperanza de encontrar y aunque poco a poco se desvanece, cuando llega la noticia final, el salto al vacío nunca es desde tan alto. Han bajado hasta las profundidades, han ido descendiendo en la tristeza, hasta que al llegar al fondo, miran arriba y descubren la escalera que al menos dejó la esperanza.
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