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En Viendavales, los maestros de Astra, ahora libres pero sedientos de venganza, se congregan al amparo de Siara Roscharch. Bajo su estandarte, un ejército de agraviados comienza a formarse con el apoyo de viejas amistades.
Con la Orden de Addai desvaneciéndose en el recuerdo, una Ylandra dormida se debate entre la rabia que emana de su capital y el espectro de una guerra sin fin. Pocos osan perturbar su letargo, ignorando los susurros de una amenaza que desciende desde el norte. Una sombra colosal, liderada por dioses, se desliza por campos y valles, engullendo a los incautos en la noche eterna de Ellos.
El odio los ciega a todos.
La profecía ya domina ciudades.
Los ríos bajan rojos.
Lejos de la contienda, en territorios donde la ambición teje su red, las conspiraciones florecen. Nobles y advenedizos sueñan con una república diferente, cuando suenan trompetas y rugen tambores ante el trono de un nuevo monarca. Mientras, los anirios disfrutan de una libertad recién conquistada, viven una nueva vida, aunque sin saber que lo hacen en tierras malditas, calles condenadas y tiempos de destrucción.
Qué maravilloso está siendo él viaje por Ylandra, pero cuánto me está haciendo sufrir el camino. El cuarto libro de la saga comienza justo después del final del tercero, y por si sois como yo que cuando se tarda un tiempo en publicar la continuación, apenas recordáis lo que había pasado, la editorial tiene resúmenes de los anteriores libros a disposición de todo el mundo en las fichas de los respectivos libros en la web, lo que es de agradecer. Pero lo dicho, continuamos el viaje por este magnífico mundo que ha creado el autor, temiendo que llegue esa confrontación que lo cambiará todo y que puede destruir aquello que nuestros personajes intentan defender con su propia vida. Admito que algunos de ellos siguen haciendo cosas que no me convencen, sobre todo uno en particular que desde el inicio se convirtió en uno de mis favoritos, y con el tiempo sigo sin comprender ciertas actitudes suyas, pero de eso se trata también, porque nos encontramos con personajes imperfectos que se equivocan, que sufren, que se vengan, que provocan dolor igual que se lo infringen a ellos, y que es imposible que estemos de acuerdo con todos sus actos porque algunos son crueles, egoístas, inhumanos e innecesarios, como ya dije en las reseñas anteriores.
Eres especial, te guste o no, lo eres. Todos lo sabemos. ¿Has fracasado? Claro que sí. Has intentado cumplir objetivos y has fallado. ¿Qué dice eso de ti? Que eres humana, nada más. Las personas especiales también fracasan. Eso las hace humildes y fuertes. No es algo malo.
En este libro vamos a tener algún que otro reencuentro, muy esperado, y más de una despedida, que nos va a doler como si nos ocurriera a nosotros mismos. Es una continuación que sigue con las conspiraciones políticas, ademas de darnos más información sobre lo que está por venir, y una batalla que cambiará por completo el curso de la historia de esta saga, aunque ya la viéramos venir. Sin embargo, y a pesar de todos los problemas, bandos e intereses distintos, sigue habiendo una amenaza común que alguno de los protagonistas es incapaz de ver o asumir, y eso nos va a poner de los nervios en más de una ocasión. Porque como muy bien explica uno de los personajes en esta parte, todo se rige por los intereses egoístas y objetivos personales de cada uno, y eso es capaz de cegarnos para ver lo que de verdad importa. Así que vamos a seguir sufriendo esperando esa guerra contra los Tres, si es que llega en algún momento (a ver, es una saga, claro que tiene que llegar), mientras van avanzando y haciéndose con el control de cada lugar por el que pasan, y dando verdadero miedo por lo que son capaces de hacer, y porque no parece que nadie pueda enfrentarse a ellos. Al menos no solo.
Es un saga de la que ya os he hablado en tres ocasiones más, y de la que os seguiré hablando en el futuro, pero es que os aseguro que tiene todo lo que un amante de la fantasía puede desear. Yo no soy nada de política o historia en los libros, pero es que en este no me sobra absolutamente nada, ni siquiera eso. La parte "histórica" porque es muy interesante y en cada libro aprendemos más del mundo que ha creado el autor. Y la parte política porque, aunque para mí es más aburrida, es muy necesaria en esta saga, donde nos enseña que al final, lo que menos le importa a quien gobierna es el pueblo al que gobierna, al menos de momento. Quién sabe si en un futuro habrá un nuevo presidente en Ylandra que sea justo y bueno con todos, si es que permanece en pie al final de la saga para que alguien la gobierne.
No había dramatismo. No había música solemne. Solo el ritmo sordo de la guerra empezando como empiezan esas cosas: sin épica, sin gloria, con gente rota y polvo en la boca.
En este punto de la reseña voy a repetirme con lo que ya dije en el anterior, porque hay cosas que no han cambiado, y eso son los motivos que existen para que, si no lo has hecho ya, empieces a leer esta saga. Porque además de la magia, que siendo fantasía épica es algo más que evidente que existe, tenemos traiciones, lucha de poder, conspiración, un gobierno déspota y cruel, enemigos poderosos que aún no han mostrado todo lo que tienen, venganza, dolor, muerte e injusticia. Pero también hay lugar para el reencuentro, para el amor, la amistad y un poco de justicia, con la muerte de algún personaje que se lo había ganado a pulso. Y es verdad que aún queda mucho para que todos dejen a un lado sus intereses y se unan contra el mal común, pero sigo confiando en que ocurra, aunque seguramente perdamos a alguien más en el camino.
Cuando de verdad amas a alguien, no necesitas que esté contigo. No quieres poseerlo. Solo deseas que sea feliz y, cuando no puedes hacerlo, te aseguras de que, al menos, no sea infeliz.
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