- Diego... - repetí, sin saber que más decir.
Me miró a los ojos, y esperé a que sus labios adoptasen aquella sonrisa relajada, a que hiciese alguna broma sobre ninjas o IAEs.
No lo hizo. En cambio, se inclinó hacia mí lentamente, sin apartar sus ojos de los míos en ningún momento, y me besó. Sus labios suaves presionaron los míos durante un segundo eterno, mientras nos mirábamos fijamente el uno al otro.
Entonces se separó de mí y suspiró.
- Vuelve a casa, escóndete detrás de Fred y actúa como si no supieras nada. Yo estaré ahí mismo, detrás de ti.
- Ten cuidado.
Tomé su mano, la apreté con fuerza y la solté.
La segunda vida de Bree Tanner, Stephenie Meyer